2006-05-26

YA NO ME DA VERGUENZA DECIRLO


Yo fui una mujer golpeada.

Agachada, la sangre corría de mi boca y narices tiñendo de rojo el blanco lavatorio. Dentro de mi vientre un ser tan atónito como yo. La casa respiraba y expiraba una vez más esa inimaginable violencia.

Al día siguiente, cuando me miré al espejo, constaté con estupor que tenía la cara deformada. Al día siguiente, cuando él me vio, echó llaves a mi puerta para que yo no pudiera salir y nadie se diera cuenta del estado en que una vez más me había dejado.
 
Al día siguiente, cuando él me vio, hizo promesas que nunca se cumplieron.